Casi desde el surgimiento mismo del dinero, la humanidad ha venido formulando e intentando responder una pregunta que constituye el centro de la disciplina que conocemos como Economía: ¿qué es la riqueza? Como ser rico o pobre es algo puramente relativo, en la investigación sobre la riqueza ha predominado la reflexión sobre su medida y, entre los investigadores más ambiciosos de ellos, la reflexión sobre su distribución. La distribución de la riqueza entre los miembros de la sociedad es el hecho fundador de toda sociedad y quizás el principal resultado del acontecer social; no es casual que la reflexión económica entre los grandes autores del pensamiento económico, desde Aristóteles hasta Smith, fuera en su corazón una reflexión ética, una reflexión sobre la justicia. 

El curso aborda el desarrollo de la idea de riqueza y de su medida a través de seis autores esenciales en la historia del pensamiento económico, cinco de ellos filósofos: Aristóteles, Tomás de Aquino, John Locke, Adam Smith, David Ricardo y Karl Marx. Introduce al estudiante en una reflexión que refleja una transformación radical en los valores éticos del ser humano y en su forma de relacionarse con sus semejantes, siempre en referencia al contexto histórico en que escriben y contrastándolos con sus principales mentores y contendores intelectuales. De cada uno de esos autores se escogen uno o dos textos particulares, que son estudiados en detalle y sobre los cuales se dialoga críticamente. Los estudiantes se confrontan a la lectura directa de grandes textos clásicos, oportunidad para conocer el proceso de creación y de exposición de ideas de pensadores y reformadores sociales cuyo trabajo sigue siendo objeto de debate, de reflexión y de inspiración de la política pública y de la investigación académica. 

En la obra de los autores comentados subyacen enigmas, temores y esperanzas que los ciudadanos y ciudadanas contemporáneos reconocemos como nuestros. La gran pregunta con que se abre la humanidad al pensamiento económico –¿qué es la riqueza?– encuentra respuestas que se repliegan una y otra vez en la trinchera de la subjetividad y que terminan siempre relanzando la eterna cuestión de los mortales: ¿para qué estamos en este mundo? Cuestión de gran pertinencia para la generación llamada “millennial”, a la cual sus antecesores estamos entregando un mundo al borde del colapso.